¿Cuántas veces has escuchado las frases: “Todo pasa por algo”, “Todo es perfecto y tiene un para qué en tu plan de vida”, “Sólo Dios conoce sus misteriosos caminos”, “Dios le da las batallas más difíciles a sus mejores guerreros”… Etc.?
¿No te cae como patada de mula cuando te dicen eso en plena crisis? A mi si…
“¿Cómo vienes a decirme que este dolor tan tremendo tiene una justificación y es parte de un plan?!!”, “Por favor díganle a Dios que se agarre a otro de puerquito!!”
La realidad es que no todo lo que nos pasa tiene una razón lógica o que nuestro entendimiento humano pueda justificar.
Las fregaderas suceden, es parte de estar vivos en este plano terrenal donde las circunstancias fluyen fuera de nuestro control. Así es, la crisis y el caos son parte del todo. La destrucción es parte de la creación, así funciona el universo y nos sucede a todos de una u otra forma.
Ahora bien, lo que tú decidas sentir, pensar, decir y hacer a raíz de esos hechos si es totalmente tú decisión y tú responsabilidad. Eso sí solo tú lo controlas. Se llama tu “zona de poder”.
Las crisis tienen la característica de sacar lo mejor o lo peor de nosotros, incluso a veces surgen ambas cosas…
Si tomas la adversidad como una oportunidad de observarte, de permitirte sentir, de hacerte consciente de tu zona de poder y cómo la empleas a tu favor o en tu contra, de aprender algo de ti, de descubrir tus fortalezas, tus capacidades, tu resiliencia, entonces habrás sacado algo bueno dentro de todo lo malo de la situación, habrás crecido un poco como persona, habrás hecho “alquimia desde el corazón”.
Entonces si, después de un tiempo, entenderás que todo lo que pasa tiene el potencial de hacerte una mejor persona y descubrir de qué estás hecho.