El cáncer es una pesadilla que puedes convertir en bendición.
Por: Sandy Mora
Octubre es el mes sobre la concientización del cáncer de mama y, aunque por supuesto que me parece sumamente importante promover la auto-exploración mensual y los chequeos médicos regulares para la detección temprana, creo que también es esencial elevar la consciencia de lo importante que es poner atención al mensaje que el cáncer trae y todo lo que te enseña una vez que recibes un diagnóstico.
Fui diagnosticada con cáncer de mama en Mayo del 2010, tenía 37 años. Había atravesado un divorcio en mayo del 2008; la insuficiencia renal terminal de mi hijo de tres años en Mayo del 2009 y su trasplante en diciembre de ese mismo año. Tenía un trabajo de tiempo completo en una compañía de alimentos, una hipoteca, 2 hijos y el 100% de la responsabilidad económica.
En Enero del 2010 tuve mi chequeo anual con el ginecólogo y todo parecía estar en perfecto orden. 4 meses después fui a hacerme una mastografía porque una de mis tías acababa de ser diagnosticada con cáncer de mama y era la segunda hermana de mi mamá en pasar por estos menesteres cancerosos. Así que el oncólogo sugirió que el resto de las mujeres de la familia nos fuéramos a checar “Sólo por prevención”.
Cuál fue mi sorpresa cuando, yendo por mis resultados, entré al consultorio de la radióloga y vi mi placa colgada en la caja de luz. Podía ver claramente la indeseable bolita negra… “Por favor dime que ese no es mi estudio”, le supliqué. “Si es”, me dijo con una voz impersonal. “Entonces que me traigan a todos los perros del mundo para que me orinen de una buena vez!”.
Unos minutos después de haber iniciado el ultrasonido para confirmar el grado de malignidad estimado de la maldita pelotita (que por cierto resultó ser bastante alto), y después de una tonelada de preguntas de mi parte, la radióloga me dijo: “Me sorprende que estés tan tranquila”, “Estoy segura de que de esto no me voy a morir”, contesté. “Si mi destino fuera morirme de cáncer, no lo hubiéramos detectado tan a tiempo. Si a mi tía no la hubieran diagnosticado, no me habría enterado y, para cuando me diera cuenta, probablemente hubiera sido demasiado tarde. Así que estoy segura de que algo importante tengo que aprender para después seguir viviendo”.
Y así fue. Hubo muchísimos aprendizajes y regalos ocultos en el hecho de enfrentar una enfermedad “mortal” y vivir toda esta experiencia, pero resumiré aquí cuáles fueron los 5 principales regalos que el cáncer trajo a mi vida:
1. El chance de hacer un ALTO y poner foco en el auto-cuidado
Si eres como yo antes de mi cáncer: Auto motivada, orientada a resultados, “imparable”… esta enfermedad te da una excelente e incuestionable razón para hacer un alto, para voltear a mirarte y poner atención en cuidarte. Te enseña a pedir y a aceptar ayuda, a revisar y cambiar algunos hábitos. Probablemente jamás se te habría ocurrido darte a ti mismo tanto tiempo y amor hasta ahora, y ¿sabes qué? ¡Es una excelente idea hacerlo!
2. La oportunidad de re-priorizar lo que es verdaderamente importante en la vida.
Comencé a ver las cosas y jerarquías bajo una luz diferente y fui capaz de darme prioridad a mí y a mis seres queridos antes que al trabajo, status, normas sociales, ser políticamente correcta, cumplir expectativas externas, mi ego, el consumismo, etc. Esto puede tener un impacto ENORME en cómo decides vivir tu vida, qué eliges, por lo que trabajes, lo que hagas o dejes de hacer, lo que veneres, a quién sirvas, etc.
3. La consciencia de que soy más fuerte de lo que pensaba.
Me di cuenta de mi verdadero valor y potencial. Me hice consciente de que soy valiente, que soy capaz de hacer cosas que no me imaginaba antes de mi enfermedad. Aprendí que podía ser fuerte pero flexible; que era femenina a pesar de no tener cabello o senos; que me merezco gozo, plenitud y satisfacción y tengo lo que necesito para lograrlo. Si fui capaz de darle batalla a una enfermedad “mortal” y resistir el proceso, ¡soy capaz de hacer cualquier cosa!
4. La posibilidad de re-inventarme.
Después de pasar por todo lo que el cáncer implica (en mi caso mastectomía, quimioterapia, radiación y Herceptín), y de todos los cambios físicos, emocionales y espirituales que experimenté, no había NADIE que pudiera cuestionarme o juzgarme si decidía cambiar de rumbo, iniciar una nueva relación, cambiar de carrera, cambiar de look, cambiar de religión o creencia, o cualquier cosa que deseara o necesitara cambiar o re-inventar para poder vivir una vida más feliz y plena. ¡Así que a APROVECHAR!
5. La habilidad de vivir en el AHORA con consciencia plena y GRATITUD, fluyendo con la vida sin pretender controlarlo todo.
Esta fue ENORME para mí. Siendo una perfeccionista y controladora intensa, el cáncer me dio grandes lecciones sobre lo que significa vivir realmente y disfrutar los momentos simples, imperfectos y espontáneos. A vivir un día a la vez; A estar bien con lo que el Dr. me dijera hoy, sin preocuparme demasiado por lo que me fuera a decir mañana. A apreciar las pequeñas cosas; A no aferrarme a expectativas rígidas y a permitir que la vida me sorprenda. Aprendí a apreciar cada pequeño detalle, cada segundo con mis seres amados, a reírme más, a bailar más, a cantar más, a VIVIR más mientras tenga la oportunidad. A seguir CELEBRANDO LA VIDA TODOS LOS DIAS mientras siga en este mundo. Este ha sido el mayor de los regalos y estoy profundamente agradecida.
Todos tenemos una fecha de caducidad y, como dice mi amigo Lalo López, “No se trata de alargar la vida, sino de ensancharla”. El cáncer te da una nueva perspectiva, y es una que TODOS necesitamos para vivir mejor.
Ojalá que no todos tengan que pasar por una experiencia así para recibir estos regalos, ojalá que puedas aprender de la experiencia ajena. Así que hagamos que octubre no sólo sea el mes de la concientización del cáncer de mama, hagamos que este sea el mes, el año y la década de la concientización sobre la enorme bendición que es estar VIVOS.
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