No estás sola…
También he sentido que el mundo se viene abajo.
También he estado sumida en tristeza y oscuridad.
También he estado vulnerable y expuesta.
También el miedo ha despertado la necesidad de defenderme, y en otros momentos me ha paralizado.
También he sentido que perdía el control de lo externo y lo interno.
También me he sentido profundamente sola,
Inadecuada, insuficiente y no merecedora.
También he llorado, en silencio y a gritos.
También me he sentido agotada y sin fuerza.
He pasado momentos de duda y conflicto. De frustración y duda.
También me he sentido rota, sin idea de cómo re-armarme.
Me he sentido traicionada y abandonada, injustamente juzgada y castigada.
También he pensado que no sería capaz de lograrlo. He dudado de mi, de mis decisiones y de mi camino. De mis capacidades y de mi razón de ser… y he sentido culpa de no ser quien yo quisiera.
Antes me resistía a caer hasta el fondo, me daba pavor sumergirme en esas aguas profundas y oscuras del dolor y la tristeza por miedo a perderme y no poder regresar. Y esa resistencia me impedía avanzar o descansar.
Con el paso del tiempo he aprendido a soltar, dejar de resistirme y permitirme sentir lo que tenga que sentir… Y ha sido gracias a que he estado en el fondo que he visitado rincones de mi alma que necesitaban ser vistos, que he encontrado heridas que no habían sido sanadas, que he desenterrado historias que debían ser contadas…
Gracias a estar tan sumida en el fondo pude apuntalar mis cimientos, aplanar el terreno y reconstruir bases más sólidas.
Gracias al silencio de mis catacumbas sombrías, escuché el susurro de la voz de mi alma.
Gracias a esa oscuridad insondable fui capaz de encontrar un destello divino que me dio claridad.
Gracias a tocar mi tristeza, aprendí a apreciar más la textura de mi alegría.
Gracias a desmenuzar mis dolores, he podido nutrir mi fuerza.
Gracias a reconocer mis inseguridades he podido tomarlas de la mano y avanzar con coraje.
Gracias a aceptar mis sombras he incrementado mi luz interior.
Gracias a esos ratos de incomodidad y re-ajuste, he tenido más momentos de gozo y conexión.
Hoy ya no tengo miedo de bajar al fondo. Ya no es ese lugar tenebroso y desconocido que me daba terror visitar. Hoy, cuando una oleada de emociones me lleva allá abajo, me pongo atenta y curiosa para ver qué nuevo espacio de mi descubriré para ponerle luz y sanar.
No estás sola(o) te acompaño desde el fondo.